San Juan Bosco

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Biografia de Don Bosco

El joven Juan Bosco




Transcurre el año 1887. El día 15 de abril el anciano sacerdote Juan Bosco, llamado Don Bosco según la costumbre de Italia, celebra emocionado la Eucaristía en el templodel Sagrado Corazón, en Roma, que había sido consagrado el día anterior. Mientras lohace, recuerda su vida pasada, y exclama: “¡Todo lo ha hecho ella!”. María, la madre deJesús, la auxiliadora de los cristianos, ha sido quien ha realizado la obra educativa ysocial de Don Bosco.

 

Juan Bosco había nacido el 16 de agosto de 1815 en un rincón del Piamonte conocidopor I Becchi, una casa de campo cercana al pueblo de Castelnuovo, en la comarca de Asti. El Piamonte era todavía entonces un Reino independiente, en una Italia que no estaba constituida como Estado; la capital era Turín. Eran aquellos tiempos difíciles de posguerra. Los ejércitos franceses habían saqueado la comarca durante aquellos últimos años en nombre de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Miseria, hambre y desesperación habían sido la herencia de la ambición napoleónica sobre Europa.

 

Los padres de Juan, Francisco Bosco y Margarita Occhiena, eran sencillos campesinos que vivían de su trabajo, personas de fe, que confiaban en la Providencia divina. A los dos ñaos murió el padre. Su madre, puesta su confianza en Dios, afrontó valiente la situación, en un momento en que el hambre se apoderaba de los pueblos y sus gentes morían por los caminos con la boca llena de hierba inútil.

 

Mamá Margarita fue la persona que más influyó en Juan Bosco. Mujer exigente y afectuosa, dotada de una gran intuición pedagógica, educó a su hijo en el trabajo, en el conocimiento de Dios y en la vivencia de su presencia amorosa y providente. En medio de las terribles penurias, Margarita, viuda pobre con tres hijos, elevaba sus ojos a Dios, con esperanza y agradecimiento. Este modo de hacer confiado y emprendedor ante cualquier dificultad, fue decisivo para la formación de Juan.

 

Él tenía un temperamento espléndido, que miraba al mundo con ojos llenos de sabiduría, y se dedicaba apasionadamente a todo lo que llamaba su atención. A los nueve años tuvo un sueño que le marcó el resto de su vida. Se vio en medio de un campo, cerca de casa, próximo a un agrupo de niños que juegan y se divierten. Pero entre ellos hay algunos que se insultan y pelean. Juan intenta calmarlos a base de gritos y golpes. De repente, aparece Jesús en forma de un hombre atractivo que le dice: “No con golpes, sino con amor y paciencia los harás tuyos y serán tus amigos, y podrás enseñarles a huir del pecado y a obrar la virtud”. Lleno de confusión, Juan contesta que un chico ignorante como él es incapaz de educar a aquellos mozalbetes. El hombre le indica la maestra que le enseñará la obediencia y la adquisición de la ciencia verdadera: María, su propia madre. Esta, a su vez, mostrándole al grupo de chicos le dice: “He aquí tu campo de misión. Sé fuerte, humilde y robusto”. Juan, siempre en sueños, rompe a llorar sin entender nada. Entonces María le coloca su mano sobre la cabeza y le dice:

“Cuando se la hora, lo entenderás todo”. Años después, ya adulto, Don Bosco relacionará este sueño con su vocación educativa de la juventud.

Juan Bosco Estudioso

El Padre Aquiles Ratti, futuro Pío XI, hombre de gran inteligencia y cultura, había 
conocido a Don Bosco personalmente en Valdocco (Turín). Siendo papa, en el curso de 
a audiencia concedida el 17 de junio de 1932 a los clérigos  de los Pontificios 
Seminarios Romanos se complació en poner  de relieve lo siguiente acerca de Don 
Bosco: 
 “Muchos no advirtieron lo que fue la preparación de su inteligencia, la 
preparación de la ciencia, la preparación del estudio y son muchísimos los que no tienen 
idea de lo que Don Bosco dio y consagró al estudio. Había estudiado muchísimo, siguió 
por mucho tiempo estudiando vastísimamente y un día nos dijo lo que no había confiado a nadie, pero que, encontrándose con un hombre de libros y de biblioteca, le parecía tener que decir: tenía un vasto plan de historiografía eclesiástica” (Memorie Biografiche di Don Bosco (en adelante MB) XIX, 214). En verdad, Dios había dotado a Don Bosco de un poderoso ingenio y de una memoria portentosa; él, a su vez, supo explotar maravillosamente esos talentos para su perfección humana y para el servicio de Dios y del prójimo. Poderoso ingenio. El mismo Pío XI así calificó el talento de Don Bosco: inteligencia superior y sorprendente (en Luigi Terrone, Lo spirito di S. Giovanni Bosco, Torino, SEI, debajo de la foto de Don Bosco); inteligencia luminosa, vívida, perspicaz y vigorosa (ib., 234); ingenio vasto y vivaz (ib., 319); luminoso y vasto y alto pensamiento, y no común, antes bien muy superior al ordinario, el vigor de la mente y del ingenio (ib, 81). Ese gran Pontífice era de parecer que Don Bosco, por él calificado magnífica creatura de Dios en el orden natural así como era creatura escogida en el orden sobrenatural, si se hubiera limitado al campo de los estudios  y la ciencia, habría podido resultar el docto, el pensador, el escritor (MB XIX, 81), y dejando ciertamente una huella profunda, como alguna huella en este mismo campo dejó (ib., 234) con alrededor de setenta libros y opúsculois de educación popular, algunos de los cuales tuvieron un éxito 

extraordinario (ib., 102). 

Memoria portentosa. Lo fue, sin duda, la de Don Bosco. Niño de diez años, sabía repetir al pie de la letra sermones, panegíricos, instrucciones religiosas (MB I, 130). Un domingo, al bajar del púlpito, el párroco, Don Cinzano, quiso comprobar la verdad de esa fama y he ahí que Juanito le va desgranando todo entero el sermón, sin vacilar ni un solo instante (ib., 329). Más tarde, en la escuela de Chieri, su memoria hasta provoca un 

aplauso y gritos de admiración. El mismo Don Bosco cuenta el episodio en sus Memorias del Oratorio con lujo de detalles: 

 "Explicaba un día el profesor (= José  Cima) la vida de Agesilao, escrita por 

Cornelio Nepote. Aquel día no tenía yo mi libro, y para disimular mi olvido sostenía 11 

abierto ante mí el Donato (= la gramática latina de ese autor). Los compañeros se dieron 

cuenta de ello. Empezó uno a reír, siguió otro, hasta que cundió el desorden en la clase. 

- ¿Qué sucede? -dijo el profesor-; ¿qué sucede? Díganlo en seguida. 

Y como todas las miradas se dirigiesen hacia mí, me mandó hacer la 

construcción gramatical y la explicación. Los compañeros, casi instintivamente, 

aplaudieron, entre gritos de admiración. Imposible explicar el furor del profesor, 

ya que era aquella la primera vez en que, según él, no podía obtener disciplina. 

Me largó un pescozón, que esquivé agachando la cabeza; después, con la mano 

sobre mi Donato, hizo explicar a los vecinos la razón de aquel desorden. Ellos 

dijeron:  

- Bosco, con el Donato en las manos, ha leído y explicado como si tuviera el 

libro de Cornelio. 

Reparó el profesor en el Donato, me hizo continuar dos períodos más, y después 

me dijo: 

- Le perdono su olvido por su feliz  memoria. Es usted afortunado; procure 

servirse bien de ella" (P. Rodolfo Fierro, Biografía y escritos de S. Juan Bosco, 

BAC, Madrid MCMLV, p. 101-102). 

 

 

 

 

 

 

 

 
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Plantilla hecha por | Lucas Agustin Kammann | Pagina dedicada al Concurso San Juan Bosco
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